Hoy hace 67 años nacía el que algunas décadas después se convertiría en uno de los personajes más carismáticos, misteriosos e icónicos de la naciente escena psicodélica de los 60: Jim Morrison.
La leyendas lo rodearon y los excesos fueron su modo de vida. Pero mucho más allá de ser un mero mamarracho drogadicto y alcohólico como siempre alimentan la leyenda, Morrison era un tipo sensible y artístico.
Desde un principio quería hacer cine, esa fue su verdadera pasión, sus influencias poéticas fueron los poetas malditos y los escritores Baudelarie, William Blake, James Joyce, Aldous Huxley y muchos más. Morrison en realidad quería hacer cine y poesía, pero pronto se dio cuenta que podría usar como vehículo el rock para su propósito, sus letras en realidad eran poemas que tuvo que cantar en lugar de declamar.
También fue un gran estudioso de la mente humana y estudió a fondo la psicología de masas, misma que aplicaba en todos sus conciertos. Y a pesar de lo que todos digan,Morrison tenía un genuino oído musical y era un gran cantante. Lo mismo podía dar gritos desgarradores que interpretar las más bellas melodías con su voz profunda. Y además era muy entonado. Un drogadicto tirado al vicio no sería capaz de interpretar una sola línea melódica de “The Crystal Ship”, “Love Street” o “You’re Lost Little Girl”
Pero a todo mundo le parece más atractiva la imagen del Rey Lagarto, ese que le valía madre todo y podía hacer lo que quería. Y sí, Morrison siempre fue un rebelde y no dejó que nadie le dijera cómo conducirse, ni siquiera sus propios compañeros de banda, su chica o el mundo. Vivió y murió como quiso. Quizás demasiado pronto, a los 27 años, privándonos quizás de grandes cosas de su parte.
Aquí celebramos la vida y obra de Jim Morrison quien era mucho más que un atascado drogadicto
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